miércoles, 9 de marzo de 2011

Serpientes En El Avión


Mucho había oído hablar de “Serpientes en el avión”, pero como buen amante del sado maso y el bondage, he tenido que sufrirlo en mis propias carnes para poder cuantificar el horror y las secuelas psicológicas producidas tras el visionado de semejante horror del 7ª (des)arte. Y tengo que admitir que después de haberla visto y analizado, no se por donde cogerla. “Serpientes…” es una de esas películas en las que te planteas seriamente el propósito que se esconde tras la realización del film. ¿Es una obra de terror? ¿Es una comedia? Sinceramente creo que es una broma, un chiste bien contado y con mucho sentido del humor. Espero estar en lo cierto…

Pero dejemos los pensamientos metafísicos para las canciones de Lady Gaga. Estamos aquí para destripar y analizar a conciencia esta película. Partamos por el titulo: “Serpientes en el avión”. QUE MIERDA DE TITULO ES ESTE???? “Serpientes…” debió ser un golpe duro para el genio que traduce los títulos de las películas al español. Tuvo que ser muy frustrante ver como desde Holywood demostraban que ellos solitos se bastan y sobran para condenar la calidad de una película desde el titulo. Seguro que debió llegar a casa y dudar seriamente sobre el futuro de su profesión. “Vaya… deberé empezar a poner ingeniosos juegos de palabras a los títulos para seguir engañando al publico… Seguro que es un complot”. Porque seamos honestos, una mente capaz de traducir “The Eternal Sunshine Of The Spotless Mind”, simplemente por “Olvídate De Mi” seguro que debe ser un fanático de las conspiraciones.

Ya en el minuto 4 de la proyección, uno se puede dar cuenta de la calidad interpretativa que nos acompañara en esta agradable velada: NULA!!! INEXISTENTE!!! Por Dios!!! He visto actuaciones más convincentes en representaciones teatrales infantiles!! Tomémonos 5 minutos de reflexión mental y analicemos por encima el argumento de la cinta: Un mafioso asiático intenta silenciar al único testigo ocular que presenció el asesinato de un fiscal (OMFG! Porque claro, colgar bocabajo y partirle el cráneo con un bate de béisbol a la persona que intenta meterte en prisión, deja muchas dudas al aire sobre la autoria del crimen, no??). Así que para ello, decide urdir un gran plan infalible: facturar un cajón repleto de todas las serpientes venenosas conocidas por el hombre, hacerla estallar en pleno vuelo (con una gran esperanza en la resistencia de las áspides a la detonación…) liberando así a las revoltosas criaturas; con la consecuencia de que estas logren, si no acabar con la vida del pobre muchacho, la del personal de vuelo, impidiendo la llegada del vuelo a su destino. Bravo. Simplemente brillante. Sin duda alguna es uno de los mejores planes para arrebatarle la vida a una persona que he visto jamás. Supongo que la otra opción debía ser llenarle la bandeja de entrada del correo de spam y esperar a que el sujeto se suicidara sumido en una depresión producida por mensajes subliminales…

Pero no os dejéis engañar, tras este brillante hilo argumental se esconde un enorme trabajo de guión. En serio, pensadlo bien… Sabéis lo que debe costar encontrar buenos chistes sobre serpientes? No hay tantos, y son muy escurridizos (autógrafos y felicitaciones a la salida, gracias). En esta película podemos encontrar frases tan ocurrentes como “No hemos podido acabar con ellas porque tiene sangre fría”, “Te sorprendería lo que un hombre puede hacer con una sola mano” y la mejor, en el momento cumbre de la cinta, el súmmum, el clímax de la cinta, Samuel L. Jackson, nos regala está frase que pasará a los anales de la historia del cine “¡Ya está bien! ¡Estoy hasta los cojones de estas putas serpientes y de este puto avión!”. Si amigos: tiempo de tu vida desperdiciado viendo esta película: 105 min. Presupuesto del film: 33 millones de dólares. Ver a Mace Windu diciendo esta frase… No tiene precio!

Y es que la cinta está plagada de momentos antológicos: la oferta por parte de un pasajero hipocondríaco de un Xanax para un perro, Elsa Pataky, sexo en los lavabos de un avión (es decir, un polvo de altos vuelos), usar un microondas para combatir las víboras, serpientes capaces de desconectar el sistema eléctrico, zoofilia (es tan tentador hacer bromas sobre serpientes introduciéndose en orificios femeninos…), Elsa Pataky chupando veneno, la fe ciega que depositan los personajes en que una ridícula barrera de bolsas de viaje sea capaz de detener el avance de las culebras, la actuación de Elsa Pataky… Y un sinfín de absurdidades más digna de la escuela de “Aterriza Como Puedas”. Es más, sinceramente esperaba que en el momento de poner el piloto automático, saliera el muñeco hinchable...

Y justo cuando uno piensa que este film esta condenado a la caída en picado, remonta el vuelo con la resolución final. Llegados a este punto, no esperéis que el piloto siga con vida (venga, en serio creíais que eso iba a ocurrir??), nuestra querida trouppe de frikis presos del pánico, necesitan encontrar entre la tripulación a alguien que sea capaz de llevar a buen (aero)puerto este infernal vuelo. La resolución de la película supera con creces todas expectativas previstas, haciendo que el encargado de hacer aterrizar el avión no sea Samuel L. Jackson (como cabria suponer), sino a un viciado del Flight Simulator. A malas uno puede pensar que quizá sea posible que una persona con más de 2.000 horas de juego pueda llevar a cabo esta tarea, dado que un simulador de vuelo puede llegar a rozar la realidad, lo que ya es totalmente inverosímil es que una persona que alardea de haber jugado a este juego en Play Station, tenga un dominio tan amplio y exhausto de la vorágine de botones y conmutadores que es un panel de control de avión. Si, claro… Es como si le aseguraras a tu novia que follas exactamente igual que Nacho Vidal o Rocco Sifredi, ya que has perdido gran parte de tu vida machacándotela como un mono con sus películas… Lo que nos lleva a una de las mejores, y ultimas, frases de la película: “Que Dios bendiga la Play Station”. Amen hermanos!!!

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