El proceso de resurrección es recomendable hacerlo de vez en cuando.
Nunca me des por muerto.
Como nunca morirá mi afición a urgar con mi mugriento dedo por los grasientos rincones de tu mente.
Acariciar tus pensamientos, hacerlos danzar y volar, desnudarlos como a una bailarina de streaptease. Como a una sucia zorra caliente y desenfrenada desesperada por ser poseida.
Acometer tu alma con brutalidad animal. Sumirte en sueño y sudor, marearte, acelerar tu pulso hasta hacerte vomitar.
Y hacer que veas lo asqueroso que eres por dentro.